miércoles, 22 de septiembre de 2010
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Es cuando, sólo con recordar que le vas a ver al día siguiente, notas mariposas en el estómago. Es cuando, aunque sepas que no va a ser tuyo, seas feliz cada vez que le ves. Es cuando puedes pasarte horas mirándole y admirandole. Es cuando, aturdida, te preguntas: ¿cómo puede existir alguien tan perfecto? Es cuando se te forma un nudo en el estómago y empiezas a temblar de nerviosismo, cinco minutos antes de llegar a donde está él. Él. Sólo él. Y nadie más. Cuando te sientes identificada con todo esto, y a la vez piensas que no puede ser más cursi y patético, es cuando sólo quieres que llegue y te abrace, y te sonría. A ti, y sólo a ti.
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